
A lo lejos el sonido amable y cadencioso de aquella fuente se mezclaba con las voces procedentes de la gente que al pasar va comentando sus cosas, ligera brisa en una tarde de un verano que esta por terminarse, calurosa pero con animo de lluvia, revela que la música aun nos guarda secretos por descubrir.
Algunas palomas que parecen dominar el caminar del mismo modo que el volar, se concentran en la banca que cercan con sus veloces pasos y toman algunas cosas que bien podríamos llamar comida, del otro lado, algunos niños han tomado el atrio para jugar al fútbol, rápidamente flanquearon sus porterías y el balón rodó.
Durante algún tiempo me sentí tentado a conocer el interior del edificio de enormes muros grises, gruesos y longevos que con el sol de esa tarde pintaban sombras del pasado y dibujaba en los trazos de la memoria alguna historia que yo ya había escuchado, es por eso que decidí visitar ese lugar.
La única referencia que tenía era la noción de que quizás mis bisabuelos dedicaban sus tardes de domingo a la contemplación de una escena similar, pero con los rasgos de aquellos años, sin embargo en el fondo de mi corazón siento que el lugar no podría haber cambiado mucho.
Después de atravesar con maestría algunas calles e identificar perfectamente el mercado de San Juan justo, me recibía con animo la calle de Buen Tono, y el perfil de piedra de una escurrida y grande fuente donde una niña contenta salpicaba a su alrededor, dibujé una mueca que pretendía ser una sonrisa.
En medio de un paisaje de árboles y luminarias, farolas negras, busqué un sitio que me permitiera ver a mi alrededor y una mezcla de luz y sombra me señalo dónde estaba, simplemente me acerqué.
Inevitablemente tomé ese aire que te sobra para alcanzar todo aquello que te hace falta, lancé un suspiro y al cerrar los ojos, vívidas imágenes de un pasado que solo recuerdo por relatos cobraron vida por algunos segundos, al abrirlos todo parecía un poco más claro, instintivamente miré al cielo para una vez más realizar mi eterna búsqueda, y al hacerlo algunas cosas pasaron por mi mente lograron que saliera un tímida risa.
Ya con un semblante más amable me recargué en el respaldo que ofrecía la eterna herrería de los viejos parques, durante muchos minutos me concentré en el paisaje, en todos los detalles y en ninguno al mismo tiempo, como si fotografiara de forma clandestina cada centímetro que recorría mi vista, me percaté de muchas cosas y me dije ¿… será posible… ? mientras visualizaba las formas que deberían de conformar un pasado que aun no existe de un futuro que ya he soñado, por unos instantes casi pude ver a Sarah …
Al dejar volar mi imaginación con la mirada fija sobre aquella iglesia, no sé en qué momento comencé a pensar en mi misma problemática, todas las cosas que me aquejaban en ese instante empezaron a verse un poco más grandes, agobiado y un tanto inseguro con respecto a tantas cosas me sentí solo, había perdido la sonrisa, sin embargo no podía dejarme derrotar por esa sensación.
Tomé un cigarrillo, y lo consumí despacio, como si al hacerlo quemará esas sensaciones; el propósito del recorrido de esa tarde era justamente pensar en más cosas, en algunas diferentes y en otras agradables, tratar de darle nuevas pinceladas a aquellos trazos de la memoria, con el segundo cigarrillo fantaseaba un poco.
En medida que la sombra se fue haciendo mas grande y se perdía como una mancha uniforme por todos lados supe que era tiempo de partir, aunque contemplaba mis viejos tenis grises como si allí se encontrara la respuesta, me había quedado con una sola idea en la mente, me levanté le dí un vistazo general a todo el conjunto para no olvidarlo y prometí volver para en marcas esos recuerdos ajenos.
Tomé la calle de Ayuntamiento, y después San Juan de Letran, hoy Lázaro Cárdenas, seguí hasta Bolivar, y convencido de mi idea me pregunté una vez más ¿… será posible… ?, levantando la cabeza hasta que me acariciaron la frente los pocos rayos de luz que se colaban por entre las nubes justo cuando se muda al ocaso, volví a suspirar y a entretejer esa sonrisa rara que algunas veces hago.
Abordé un ruidoso camión, contesté una llamada y al caminar la última cuadra para llegar a mi casa me sorprendí a mi mismo tarareando:
“So many people telling me one way
So many people telling me to stay
Never had time to have my mind made up
Caught in a motion that I don’t wanna stop.”